"¡Quién sabe si todas estas cosas no son disparatadas! Pero mire usted, doctor: las cosas importantes dependen regularmente del hecho de tomarlas en serio." Robert Musil, El hombre sin atributos

miércoles, julio 22, 2009

Con "Candy" no se resuelve el ajuste por inflación

Y para peor, complicamos mucho otras cosas.

Este fallo ha sido analizado por gente que sabe mucho más que yo de derecho tributario. Pero quiero resaltar algunas cosas buenas que hay en "Candy", y otras que no me gustan (y por eso me atrevo a llamar malas)

Entre las buenas, creo que está la cuestión nada menor de la famosa confiscatoriedad, una vexata quaestio del derecho argentino que mucha gente insiste en entender mal. Lo que hace la Corte es volver a sostener explícitamente que los límites de confiscatoriedad varían según el impuesto que trate, y recuerda que no había tenido antes de fijar este criterio respecto al Impuesto a las Ganancias (IG).

Entonces, para el impuesto a las ganancias no son aplicables otros antecedentes de confiscatoriedad declarados por la Corte respecto a ciertas alícuotas del impuesto sucesorio, la contribución territorial y el ahorro forzoso. Olvídense entonces de ese infame "33%", que incluso es excedido por la propia alícuota del IG. Hasta aquí, todo viene bien.

El problema es que la Corte se vuelve melindrosa o directamente mezquina. Según la prueba rendida, Candy SA pagó en concepto de IG una suma que implicaba una tasa efectiva del 62%, en lugar del 35% legal. La Corte enuncia el estandar aplicable en el considerando 14, en estos textuales términos:
[no puede excluirse la posibilidad de confiscatoriedad] "si entre una y otra suma se presenta una desproporción de magnitud tal que permita extraer razonablemente la conclusión de que la ganancia neta determinada según las normas vigentes no es adecuadamente representativa de la renta, enriquecimiento o beneficio que la ley del impuesto a las ganancias pretende gravar"
En llano, si con el IG terminamos gravando algo distinto a la renta, entonces hay confiscatoriedad. Luego de esto, y mediante un simple modus ponens, la Corte concluye en que la prohibición de aplicar el ajuste por inflación "resulta inaplicable al caso de autos en la medida en que la alícuota efectiva a ingresar ... insume una sustancial porción de las rentas obtenidas".

El problema de la sentencia es que dice cuál es el standard para evaluar la confiscatoriedad del IG, pero no explica de ninguna manera cómo es que ese standard se aplica a este caso, ni por qué esa diferencia relevada en la causa representa esa desproporción. Tampoco si la desproporción es importante, o apenas marginal. En este punto, la decisión de la Corte es casi dogmática.

¿Puedo evaluar otros casos concretos con este caso? No me atrevería a tanto. Sólo sé cuál es el argumento que hay que emplear -lo que no es poco-, pero no cuáles son los casos donde este criterio es aplicable. Es importante que la Corte haya dejado claro que este caso no es atacable por inconstitucionalidad de la normativa. También es muy relevante que la confiscatoriedad es un criterio que va a seguir aplicando y que no es un simple adorno de su jurisprudencia, más flexible y menos automático. Pero nos dejó con un tema sin cerrar. Por debajo del 62% y encima del 35% tenemos todavía mucha, mucha incertidumbre.

Qué es lo que no me gustó de la sentencia? Algo que algunos quizás celebren, principalmente los más conservadores, pero que a mí me desanima bastante. En el considerando 6 del voto de la mayoría, la Corte exhuma un cadáver jurídico de 1927, una causa caratulada "S.A. Guardian Assurance Company Limited c/ Nación" (180:89), y la inserta casi textualmente en el fallo de 2009:
"El poder judicial no compete pronunciarse sobre la eficacia o ineficacia de las leyes bajo su concepto puramente económico o financiero, apreciando si éstas pueden ser benéficas o perjudiciales para el país"
Es decir que la Corte renuncia a evaluar las consecuencias de bienestar de las leyes. Claro, sería peligroso que la Corte se convierta en tribunal científico o "económico", pero retrotraernos a un precedente tan anticuado y que traduce una visión excesivamente restrictiva de lo que un tribunal puede evaluar, es muy desalentador. Sabemos que esto es self restraint mal entendido, simplemente dejar abierta una puerta por donde el juez pueda escaparse sin tener que argumentar su salida (o huida).

Pero me atrevo a seguir sosteniendo que los tribunales deberán hacerse cargo de argumentaciones basadas en planteos de bienestar cuando se discuta la interpretación de una ley, una sentencia judicial o un acto administrativo. En todo caso, la Corte deberá elaborar un nuevo precedente que le justifique quitar el cuerpo a esa discusión, también en ese contexto.

Post scriptum

El decano de la blawgosfera argentina, Gustavo Arballo, escribió sobre este mismo tema en paralelo con quien les escribe. Su post sobre "Candy" confirma el excelente nivel de su blog, y su lectura es más provechosa que la de muchos artículos escritos por tributaristas publicados en Errepar o La Ley. Agradecemos que nos cite, y aclaramos que coincidimos 99% con el (el 1% restante es el márgen de error estadístico).

4 comentarios:

Martín Juárez Ferrer dijo...

querido ulrich,

dos cosas,

(una) coincido con vos en que algo de lo más interesante del fallo es que no sigue la regla del 33%. Ahora bien, me parece que el criterio de la Corte es más flexible, y si bien dice que la normativa anti-indexatoria no es un tema controlable por ella, al mismo tiempo, al ordenar que se calcule el balance ajustado, lo que Candy deberá pagar es (seguramente) menor a un 33%.

Esto me produce alguna perplejidad. La Corte se despreocupa de cuanto finalmente pagará Candy. No es que dice "ok, aplicá el ajuste hasta que solo pagués el 33%", sino directamente, "ah no, acá se insume una parte grossa, listo, entonces, ajuste completo". Efecto práctico: siempre que puedas probar el IG te insume una sustancial porción, debe aplicarse el ajuste. Aun cuando el resultado final sea que la alicuota sea inferior al 33%.

Lo que me sorprende es que la Corte no se interese en saber cuanto es lo que Candy pagará. me parece que es porque, elípticamente, lo que buscan es realmente, tirar la primera piedra contra el muro anti indexatorio.

(dos) respecto de que la Corte no debe evaluar la incidencia de las leyes en la realidad, coincido con tu crítica. Sumisión al Poder Legislativo. Cuasi positivismo, diría Carrió. Correlativamente, la Corte SIEMPRE mira a quien toca cuando dicta un fallo.

un abrazo

martín

Anónimo dijo...

Para Martin J F

El impuesto que pagará Candy en realidad es superior al 33%: Por tratarse de una S.A. la alícuota de IG es del 35%. Lo que pasa es que pagará el 35% de la ganancia real, es decir, ajustando los montos respecto de la inflación. Si por ejemplo Candy vendio en 130 algo que le costó un año antes en 100, pero cuyo valor de reposición al momento de la venta es de 120, su ganancia real es de 10 y no de 30 como parecería si uno considera simplemente el valor nominal. De otro modo, cobrando el 35% sobre los supuestos 30 ganados, el IG que debería pagar Candy es de 10, lo cual consumiría la totalidad de su ganancia real, ya que si quisiera reponer el bien luego de haber pagado dicho impuesto de 10, gastaría los 120 que cuesta hoy y quedaría exactamente en la misma situación en que estaba antes de venderlo.

Saludos,
Martín G

Martín Juárez Ferrer dijo...

Claro Martín G, Candy va a pagar el 35%. Pero entiendo (puedo equivocarme) que Candy NO va pagar más del 33% de su patrimonio.

Vale la aclaración respecto del 33% de qué hablamos, ya que la Corte ha puesto este coeficiente como tope, usualmente (no siempre) como referido a la porción de patrimonio que te come el impuesto.

saludos

martín jf

Ulrich dijo...

Martín, ya podemos olvidarnos de esa cosa del 33% para siempre. Es cosa del pasado, pisado y archivado.

Es cierto que la Corte se desentiende de lo que Candy deberá pagar. Pero fijate que la sentencia (Cº 15) no reenvía a la instancia inferior, sino que lo resuelve por sí. Al declarar inaplicable la suspensión del mecanismo, la empresa puede aplicar el ajuste por inflación, y entonces va a pagar sólo el 35 sobre la utilidad ajustada. Respecto al monto, se remitió a las pericias. No le prestó mayor atención...

La duda es si la Corte hará esto con todos los casos, o tendrá soluciones intermedias para otros casos! No me gustan las soluciones que se basan en análisis case-per-case, pero a veces entiendo que son inevitables.

Martín G, gracias por el ejemplo, es muy claro y ayuda a entender el tema para quienes no están familiarizados.