La primer gran pregunta del año, para mí, es saber qué va a pasar con el remanido "tren bala" que uniría Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Uno de los efectos de la crisis sub-prime cuyos efectos se van a sentir fuerte en Argentina fue el tropezón del Société Générale. A pesar de que este banco no fue una víctima directa de la caída de las bolsas, ni tampoco de un omnipotente empleado infiel, su esquema fraudulento de inversiones en derivados se vino abajo en medio del derrumbe de las bolsas. Como todos los que operan con derivados saben bien, una caída de un 1% en el valor de los activos subyacentes pueden hacer evaporar a cero posiciones millonarias.
Más allá de ese tema, me da la impresión que un banco que acaba de perder todas sus ganancias del año, y cuyo directorio será, inexorablemente, decapitado, no está para andar arriesgando dos o tres mil millones de dolarcitos en una aventura como la del tren bala. Siendo generosos, podríamos considerar una inversión en un tren semejante como una "apuesta de riesgo". No me parece que los accionistas del S.G. vean con indulgencia una inversión tan volátil después de lo que ha pasado. Es más, una idea que haya venido de un directorio como el que permitió este desmanejo va a ser mal vista ya desde el vamos.
Este es un caso interesante para seguir sobre accountability de los directores y sobre la protección que le vayan a dar al banco respecto a las ofertas de adquisición que ya se avecinan.
Uno de los efectos de la crisis sub-prime cuyos efectos se van a sentir fuerte en Argentina fue el tropezón del Société Générale. A pesar de que este banco no fue una víctima directa de la caída de las bolsas, ni tampoco de un omnipotente empleado infiel, su esquema fraudulento de inversiones en derivados se vino abajo en medio del derrumbe de las bolsas. Como todos los que operan con derivados saben bien, una caída de un 1% en el valor de los activos subyacentes pueden hacer evaporar a cero posiciones millonarias.
Más allá de ese tema, me da la impresión que un banco que acaba de perder todas sus ganancias del año, y cuyo directorio será, inexorablemente, decapitado, no está para andar arriesgando dos o tres mil millones de dolarcitos en una aventura como la del tren bala. Siendo generosos, podríamos considerar una inversión en un tren semejante como una "apuesta de riesgo". No me parece que los accionistas del S.G. vean con indulgencia una inversión tan volátil después de lo que ha pasado. Es más, una idea que haya venido de un directorio como el que permitió este desmanejo va a ser mal vista ya desde el vamos.
Este es un caso interesante para seguir sobre accountability de los directores y sobre la protección que le vayan a dar al banco respecto a las ofertas de adquisición que ya se avecinan.
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