"¡Quién sabe si todas estas cosas no son disparatadas! Pero mire usted, doctor: las cosas importantes dependen regularmente del hecho de tomarlas en serio." Robert Musil, El hombre sin atributos

jueves, julio 30, 2009

Derecho, brujería, y un sincericidio.

Recomiendo leer esta nota del NYT (traducción al castellano de LN, creo que resumida) sobre la polémica generada acerca de la "revelación" en la entrada de Wikipedia de las célebres laminitas de Rorschach.

Algunas observaciones que no puedo evitar hacer.

1. Desde el derecho, no hay protesta posible. Los diseños contenidos en las láminas son ya del dominio público según las leyes de propiedad intelectual de todos los países firmantes de la Convención de Berna, incluso en los EEUU, con sus ridículos 95 años de protección impuestos por la Sonny Bono Act. Cualquier acción judicial que intente hacer bajar ese contenido está condenada desde el principio al fracaso, y en todo caso constituirá una acción puramente abusiva, una tentativa de extorsión.

2. Pero un editor amenaza igualmente con accionar, y uno de sus argumentos es que publicar esto contraviene la ética de los psicólogos sobre la "seguridad de los tests", y por haber desoído las objeciones de "reconocidos científicos e importantes asociaciones profesionales". Pobre base para una acción legal, sin duda, pero son argumentos que parecen más propios de un tribunal inquisitorio, más que del siglo XXI: el secreto y el principio de autoridad.

3. Esta reacción tiene un trasfondo más serio. No presumo de saber epistemología, pero los fundamentos para este test son bastante limitados, y hay muchas objeciones muy graves a la confiabilidad de su resultado. Dudo, por ejemplo, que el test dé resultados coincidentes si se lo reitera con el mismo sujeto, y eso es sólo uno de los problemas. Lo más grave es que parece estar basado en un truco, un gimmick: que el sujeto no sepa qué van a mostrarle, que lo sorprendan y que el psicólogo se apoye en un protocolo que viene en el manual de instrucciones que acompaña a las ediciones del test.

4. Esto es casi una confesión de pseudociencia: que nadie conozca el resultado, que nadie exponga lo que realmente hacemos. La excusa de que "cualquiera" puede ahora largarse a hacer estos tests es indignante. Hasta ahora, cualquiera podía entrar en una librería y comprar el kit (al infladísimo precio de 120 a 200 dólares), y dudo que en las librerías pidan carnet de psicólogo para venderte un libro. Por otro lado, a nadie se le ocurre restringir la venta de libros de medicina, ni tampoco protestar contra la práctica de Wikipedia de ofrecer información médica, porque luego "cualquiera" puede salir a vender servicios de médico sin habilitación. Lo paradójico (o no) es que la base científica de la medicina es mucho más sólida que la de las escuelas psicológicas que detectan trastornos de personalidad viendo cómo reaccionan los pacientes ante manchas de tinta.

5. La "protección" del conocimiento, su amurallamiento fuera de un ámbito, es algo que contradice la práctica científica. La publicidad de métodos empleados, resultados alcanzados, reproducciones de experimentos, y la irrestricta puesta a disposición de los datos usados es la norma de hierro para que a alguien lo consideren verdadero científico, y no un Frankenstein cualquiera.

Las razones para que esta polémica bastante ridícula se dé es, por un lado, un interés en mantener un pseudo-secreto, una especie de conocimiento que se quiere mantener oculto, a la manera de los gremios medievales (aquí hay alguien que siempre habla de esto). Por el otro, otro modelo de negocios que se viene abajo por culpa de internet; de allí la vehemente reacción del editor que quiere seguir vendiendo cajitas con las láminas y el manual de instrucciones.

Lo peor de todo es que los defensores del Rorschach le han hecho un flaco favor a su método, y a través de un argumento manifiestamente falaz (un self-refuting argument, no conozco una traducción al español de esto), dan más razones para los críticos y los escépticos.

7 comentarios:

Charrua dijo...

Bueno, TODOS los tests, exámenes, etc. etc. de personalidad se basan en la sorpresa, hasta cierto punto.
Es más, no se me ocurre ningún método de investigación sobre la psiquis que sea verdaderamente repetible, en el sentido de dar siempre el mismo resultado y no verse afectado por la familiaridad previa.
De todos modos, más que temer por la posibilidad de que improvisados administren el test, me preocuparía por la posibilidad de que se usen los datos para engañar al test, sobre todo a nivel del sistema penitenciario/psiquiatrico.
Dado que todavía no existe un metodo "cientifico" confiable para distinguir a un psicopáta de un neurótico común y corriente, mucho depende de que sea dificil engañar a las pruebas existentes, por menos "científicas" que sean.

Esteban S dijo...

Sí, en la entrevista psiquiátrica las expectativas pesan. Pero si aceptamos esa premisa, no tendrían que aceptar que se trata de una carrera armamentística y dejar de usar esas laminitas? No; en cambio, esgrimen como argumento que hay mucha bibliografía acumulada sobre los mismos objetos de hace 90 años. El argumento con el que se tratan de defender apela a la pragmática de la situación clínica, pero 1. si eso fuera así no están actuando en consecuencia, porque con casi un siglo encima no hace falta ninguna wikipedia para haber perimido, y 2. es la misma clase de argumento a la que apelan los psicoanalistas lacanianos.

Ulrich dijo...

Charrúa, entiendo que en cualquier entrevista hay una especie de juego: el analista quiere obtener una información que el paciente/examinado no brindaría en caso de ser consciente de ello, o que tergiversaría para mejorar su situación respecto a alguna meta.

Pero cuidado: yo no digo que este test sea inservible. Sólo digo que las láminas y las instrucciones que las acompañan son apenas parte del contexto de una sesión de análisis. Lo que cuenta es lo que interprete el analista de las reacciones que ve, y como todo esto es una especie de terapéutica (bueno, no quieren curar gente sino filtrar a los locos peligrosos), no califica como una ciencia, sino como un ars con base (pretendidamente) científica.

Quiero decir, si el test tiene reacciones "correctas", funcionaría casi una cosa conductista, de estímulo-reacción, cosa que creo aborrecerían los psicoanalistas y psicólogos más freudiano-lacanianos. Por eso, al quedar reducido como un "truco" (en esos términos, al menos, es que lo defienden), el argumento se derrota a sí mismo.

Pero como apunta Esteban, un método que lleva ya 90 años digamos que no puede pretender efectividad en base a un supuesto secreto.

Y si no hay un método científico para distinguir, no sé, a un fóbico de un sociópata, ¿por qué un metodo no científico debe necesariamente ser preferible? Me dirán porque no hay otro, pero eso no es una mejoría epistémica, sino simple disponibilidad.

¿A cuál clase de argumentos recurren los lacanianos? Me perdí ahí.

El criador de gorilas dijo...

Ulrich, estoy de acuerdo con casi todo, pero en ciertas exigencias que formulás me parece necesario admitir que una ciencia que trata de electrones no es lo mismo que una que trata de sujetos que saben que están siendo estudiados (y que reaccionan en consecuencia). Digamos, en muchos experimentos hay que ocultar a los sujetos qué es lo que realmente se está haciendo.

Ulrich dijo...

Que privilegio contar con su lectura, Criador. Sepa que lamento profundamente no poder leerlo en su blog.

No sólo acuerdo, coincido absolutamente que no se trata aquí con "objetos" sino con sujetos que pueden ser conscientes de una manipulación/engaño/whatever. Lo que me parece pseudocientífico es que se pretenda que un test de 80 años siga manteniendo su "secreto", y que en tantos años todo ese corpus de experiencia clínica tan venerado por estos psicólogos no haya permitido siquiera una mejora o evolución de las planchitas originales. Es casi religioso el argumento!

Anónimo dijo...

Recuerdo en el colegio, cuando entraba el profe y decía saquen una hoja!!!
Hay que reconocer que la sorpresa es una forma de facilitar la clasificación o abreviar la corrección (pocos pudieron preparar los machetes) y demostrar entonces lo poco que habiamos leido o intentado estudiar sobre el plantelminto o la tenia sanguinata.
Al respecto hay bastante material para responder estas pruebas, que lógicamente a medida que va cambiando el entorno social deben adecuarse las respuestas consideradas promedio. En una sociedad victoriana esas figuritas podrían sugerir las alas de una polilla gigante, o en Bs. As. la pelvis descarnada de Florencia de la V o de Gonzalez Oro.

Ulrich dijo...

Que horror la imagen de González Oro... me dejó un poco shockeado. Pero acuerdo con la idea.