Un sector público vigoroso y eficiente es uno de los ingredientes esenciales para el éxito de una nación. Al menos eso es lo que se puede extraer de esta interesantísima nota de The Economist.
India sirve como un ejemplo privilegiado. Tienen un sector público muy importante en tamaño relativo a su PBI -una herencia de su pasado socialista, no del todo abandonado-, pero ese sector falla miserablemente por los pésimos métodos de administración. Es muy gráfico el ejemplo del gobernador de una zona con casi dos millones de habitantes que pasa sus tardes recibiendo peticiones de una pensión, la propiedad de una vaca o el proyecto de levantar una estatua en honor de alguna celebridad local.
La insistencia permanente en privilegial al sector privado, como en los hechos lo hace China, tiene un límite. Sin un Estado desarrollado -ni pequeño ni bobo- e instituciones verdaderamente democráticas no hay salida del subdesarrollo, parece indicar este caso.
India sirve como un ejemplo privilegiado. Tienen un sector público muy importante en tamaño relativo a su PBI -una herencia de su pasado socialista, no del todo abandonado-, pero ese sector falla miserablemente por los pésimos métodos de administración. Es muy gráfico el ejemplo del gobernador de una zona con casi dos millones de habitantes que pasa sus tardes recibiendo peticiones de una pensión, la propiedad de una vaca o el proyecto de levantar una estatua en honor de alguna celebridad local.
La insistencia permanente en privilegial al sector privado, como en los hechos lo hace China, tiene un límite. Sin un Estado desarrollado -ni pequeño ni bobo- e instituciones verdaderamente democráticas no hay salida del subdesarrollo, parece indicar este caso.
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