Hoy en El Dial se reproduce una monografía que, de acuerdo a lo que allí dicen, ganó el primer concurso de monografías jurídicas sobre "alta tecnología". El tema es biotecnología, y justamente un tema que me resulta más o menos cercano en lo profesional que es el tema agrario.
El trabajo, lamento tener que decirlo, es muy malo. Mal escrito -el autor tiene una tendencia a poner el cuádruple de las comas necesarias-, mal investigado -hay un sinnúmero de hechos sin indicación de fuente o referencia, como que es en Argentina transgénica "el casi 100% de la soja" o que las retenciones son de "casi la cuarta parte del precio" a fines de 2007-, e incoherente.
La incoherencia es clara por cuanto al principio parece tener una actitud positiva hacia las innovaciones biotecnológicas, y luego empieza a citar fuentes partisanas y sin compromiso con el rigor científico como www.grain.org, o hablando en un sólo párrafo de "ética", "conservación" y "sustentabilidad" respecto al ambiente y a la actividad agraria; cosas que denotan puntos de vista muy diversos en la discusión sobre estas innovaciones. Termina proponiendo que ninguna tecnología sea aprobada sin exhaustivos análisis sobre su inocuidad humana, al medio ambiente y al resto del agro, con la intervención de ONGs ecologistas y de cultivo orgánico. Hasta parece condenar los cultivos híbridos, algo que está entre nosotros hace cincuenta años. El problema no es con la orientación que uno adopte; lo que no vale es proponer mecanismos que nunca funcionarán, y tampoco el querer quedar bien con dos posturas casi antagónicas.
Vale una mención aparte al momento en el que señala que la Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales tiene como función que se respeten los derechos de propiedad de cultivares; bien es sabido que dicha asociación agrupa a los obtentores, es privada, sin atribuciones legales especiales, y que como mucho presenta denuncias ante los entes estatales competentes. También me permite intuir que fue un "cut and paste", dado que es el único momento en el que casi parece hablar del verdadero conflicto, que es el de los derechos de patentes y los derechos de obtentor.
Podría señalar muchísimos errores, algunos gravísimos, en dicho trabajo. Pero no vale la pena. Lo que sí es preocupante es que ese trabajo no parece haber sido leído seriamente por nadie -errores tipográficos, de puntuación y de nomenclaturas- y que, a pesar de todo, fue objeto de un premio por una carrera de especialización de la UCA!
El trabajo, lamento tener que decirlo, es muy malo. Mal escrito -el autor tiene una tendencia a poner el cuádruple de las comas necesarias-, mal investigado -hay un sinnúmero de hechos sin indicación de fuente o referencia, como que es en Argentina transgénica "el casi 100% de la soja" o que las retenciones son de "casi la cuarta parte del precio" a fines de 2007-, e incoherente.
La incoherencia es clara por cuanto al principio parece tener una actitud positiva hacia las innovaciones biotecnológicas, y luego empieza a citar fuentes partisanas y sin compromiso con el rigor científico como www.grain.org, o hablando en un sólo párrafo de "ética", "conservación" y "sustentabilidad" respecto al ambiente y a la actividad agraria; cosas que denotan puntos de vista muy diversos en la discusión sobre estas innovaciones. Termina proponiendo que ninguna tecnología sea aprobada sin exhaustivos análisis sobre su inocuidad humana, al medio ambiente y al resto del agro, con la intervención de ONGs ecologistas y de cultivo orgánico. Hasta parece condenar los cultivos híbridos, algo que está entre nosotros hace cincuenta años. El problema no es con la orientación que uno adopte; lo que no vale es proponer mecanismos que nunca funcionarán, y tampoco el querer quedar bien con dos posturas casi antagónicas.
Vale una mención aparte al momento en el que señala que la Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales tiene como función que se respeten los derechos de propiedad de cultivares; bien es sabido que dicha asociación agrupa a los obtentores, es privada, sin atribuciones legales especiales, y que como mucho presenta denuncias ante los entes estatales competentes. También me permite intuir que fue un "cut and paste", dado que es el único momento en el que casi parece hablar del verdadero conflicto, que es el de los derechos de patentes y los derechos de obtentor.
Podría señalar muchísimos errores, algunos gravísimos, en dicho trabajo. Pero no vale la pena. Lo que sí es preocupante es que ese trabajo no parece haber sido leído seriamente por nadie -errores tipográficos, de puntuación y de nomenclaturas- y que, a pesar de todo, fue objeto de un premio por una carrera de especialización de la UCA!
6 comentarios:
Yo dejé de leerlo en la parte que dice "La biotecnología ha tenido sus inicios antes de Cristo" (?). Comprendemos el pánico ante la hoja e blanco, pero no es serio empezar así.
Mal ahí. Si hubieras seguido, te habrías encontrado con el capítulo 11, intitulado "La era biotecnológica". Aunque esto bien podría interpretarse como algo que abarcara la completa historia de la humanidad, no.
Lo cómico es que en el primer párrafo dice que se ha dado un salto cualitativo con mejora de calidad de vida humana.
En el segundo, que los genes que se les incorporan pasarán en algún momento a todas las demás variedades -algo de lo que no existe la menor evidencia ni probabilidad-.
Y en el tercero dice que pronto habrá que pedir prescripción médica para comprar estos alimentos.
Ahora me convenzo que ni siquiera él releyó su trabajo antes de presentarlo.
Ahora entiendo por qué siempre tuve buenas notas en los trabajos de grado y posgrado... Se ve que no es costumbre leer las cosas antes de calificarlas...
En Argentina hay decenas de revistas jurídicas. Y quizás me quede corto.
La Ley y El Derecho publican un par de artículos por día, El Díal dos o tres, LexisNexis una decena por semana. Me da fiaca pararme y hacer una estimación decente, pero no debemos estar lejos de la centena de artículos jurídicos por mes. Sumemos los libros (las estadísticas de la Cámara Argentina del libro dicen que después de literatura y educación, lo que más se edita es Derecho).
Es evidente que a las editoriales les sale mucho más caro un corrector que un autor.
Diego, a mi me pasa exactamente lo mismo!
Federico, es cierto lo de la industria papelera de baja calidad. Pero este trabajo se presentó en una sede académica, como parte de una curricula de postgrado. Eso, me parece, lo agrava muchísimo.
¡Es que no conté la menesundra de papers académicos! Estamos rodeados. (Y te la regalo ser bibliotecario en medio de ese montón de tontería)
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